martes, 17 de noviembre de 2009

4 - De espejos, deseos , terapias y tipejos

Foto: jose rasero (Detalle de un De la Herrán)

Cuando despertó -el mundo sumido en la difusa línea que anuncia el amanecer- sus pasos le dirigieron oscilando al pequeño baño de la habitación: los efectos de la píldora nocturna aún se dejaban notar. Recomponiendo vagamente los sucesos de la noche anterior, y ubicando entre bostezos las piezas de lo real en su sitio, sus manos humedecidas fueron recorriendo lentamente el rostro soñoliento frente al espejo.
Aquel rostro de siempre deforme, capricho genético y terrible de la naturaleza que esculpió aquellas facciones extremas, los desequilibrios imposibles, picassianos, decían algunos, aquel semblante burlesco. Y fue surcando, como tantas otras mañanas, con las yemas la piel ruda, anacrónica, aquella fealdad feroz de sus infortunios.
Entonces, mirándose fijamente al otro lado, expulsó:
-Badián Parra nació en la ciudad de Barcelona el diecinueve de setiembre, día de los santos Jenaro y Próculo, el año de mil novecientos noventa y uno.
Tras rebotar graves y huecas las palabras en las baldosas inmutables, las continuó repitiendo en su mente de forma circular, sin solución de continuidad, al tiempo que dejaba el pijama y los slips sobre una banqueta y se adentraba desnudo en el baño.
El brote suave y cálido de la ducha sobre su cuerpo silenció el encadenamiento de palabras y trasladó con levedad sus pensamientos hacia el recuerdo de la asombrosa danza nocturna de Rubí.
La imagen esplendorosa de la joven fue entonces objeto de toda su atención, fantaseando en su íntimo desvarío con escaramuzas amorosas en las que la alegre muchacha se entregaba a los juegos carnales de sus deseos más recónditos y furtivos, pero a poco aquella evocación de Rubí fue distorsionándose de manera casi imperceptible mientras él se aplicaba atávico a la labor necesaria, hasta desaparecer ella por completo, y conformarse en su lugar y con tremenda nitidez -para su espanto- la presencia aceitosa de Madame Clora sobre su entrepierna.
Una explosión anticipada y traumática hizo de él un gusarapo hundido en la bañera, respirando a boqueadas húmedas.

Foto: jose rasero



Ya después, recobrándose aún de la perturbadora experiencia solitaria, esperaba ansioso Badián en su habitación que algo sucediera, que alguien le aclarase su, cuando menos, confusa condición hospitalaria. Que le trajeran, en fin, sus cosas, sus prendas, su maleta, su teléfono móvil.
Al poco llamaron a la puerta.
Una enfermera aséptica y distante traía su ropa lavada y planchada, y un gotero con suero para él. Sobre las once pasará la doctora, le informó, sin mirarle a los ojos, mientras soltaba las prendas sobre la cama y conectaba el dosificador a su vena.
¿Me acerca esa libreta?, solicitó entrecortado Badián, y así lo hizo ella, con la vista clavada en el objeto, sin concederle a él una mínima ojeada, y después desapareció.
Comenzó entonces Badián a escribir en el cuaderno aquellas palabras que había vuelto a repetir maquinalmente en su mente. Las anotaba una y otra vez, de forma también circular y aparentemente obsesiva.
Mas no era aquello una obsesión, o al menos, no un capricho adolescente y baladí, no un juego sin sentido.
Se trataba de una labor de la que había oído hablar hacía años, no recordaba ni a quién ni en qué manera, quizás a un visionario callejero, o acaso a un exitoso autor de libros de autoayuda, o podría deberse a los consejos de alguna amistad preclara, o tal vez a las palabras de una arpía televisiva y alucinada, imposible saberlo ya, una labor, en fin, empleada como método para sortear las ideas aciagas, los pensamientos destructivos, la parte oscura.
Y a Badián Parra le acosaban éstos implacables y de forma crónica desde que tenía uso de razón, causados sin duda por el odio despiadado engendrado y alimentado hacia su propio rostro, y los consiguientes trastornos que lo habían acompañado en el transcurrir de sus días.
Badián hizo suya esta práctica, y era desde aquellos tiempos su modo de proceder para ahuyentar las tendencias negativas.
Podía concentrarse por ejemplo en la descripción exhaustiva de un bello cuerpo de mujer, ya fuese vestido o desnudado por su imaginación, recordar con todo pormenor los movimientos y acciones que ejecutó en horas, días, meses e incluso años anteriores, también repasar muebles, objetos o detalles de cualquier espacio, cuchitril, bar o vivienda, enumerar los quehaceres que habría de realizar a lo largo de una jornada o recitar sin olvido algún poema de Benedetti o Ángel González o pasajes enteros de Cien años de soledad.
Mas en el momento de confusión absoluto en que se hallaba no se le habían ocurrido mejores palabras para concentrarse que aquellas de su nacimiento.
Encontrándose pues sumergido en la terapéutica y redundante labor apareció en la habitación uno de los apasionados del fútbol y de Rubí de la noche anterior.
¿Cómo andas?, le dijo con una voz cascada, delatora de viejas aguardentías. ¿Todo bien? Y Badián, saliendo de su abstracción, asintió con la cabeza, preguntándose qué carajo querría aquel tipejo.
Foto: jose rasero


Era un hombre de unos sesenta años, quizás algunos más, alargado, de una delgadez extrema, cabello y mostacho canos y una piel arrugada, como de cartón.
-¡Coño, sí que eres bien feo joputa! Otro más para el club –hablaba y reía y tosía, casi todo al mismo tiempo.
-Claro que tú, tú serás el jefe, mamón, qué digo el jefe, el papa de los papas de los repapas de los más feos del mundo entero, cabrón –y volvía a soltar una carcajada ronca y ruda, que le llevaba a toser penosamente.
-¿Tienes un cigarro? –interrogaba al cabo, recuperado de la convulsión.
Badián, en silencio todo el tiempo, ocultando el cuaderno bajo sus brazos, negó con la cabeza.
-Mierda… en fin, ¿y tú qué?, ¿eres mudo o qué? ¡Di algo, carajo!
-Sí… ya... ¿cómo acabó el partido? -formuló lacónico Badián.
-¿El partido? Bah. Y yo qué sé. Era una mierda de amistoso, no valía un carajo, lo que pasa es que aquí se mag-ni-fi-ca todo -respondió el hombre, subrayando intencionadamente aquellas sílabas de su gran palabra del día.
-Por cierto, chaval, llámame Tasca –demandó, ofreciéndole la mano, que Badián estrechó con fuerza, como le habían enseñado desde bien niño.
-Tú eres Badián, ¿verdad? –y Badián lo confirmó en silencio- Te escuché anoche decírselo a la niña… ah… la niña... –musitaba ahora el Tasca, con una expresión bobalicona y cómplice.
-...anda, cagón, ¿a que está buena la Rubí?, ¿verdad?, ya te la habrás cascado pensando en ella, seguro que sí.... porque, oye, ¿y tú qué edad tienes?
-Veinte –mintió Badián.
-Vaya, joder, me cago en los muertos. Badián, Badián, Badián, pues sí que tienes un nombre raro, coño –y diciendo estas palabras se esfumó por donde vino, dándole vueltas al extraño nombre.
Nota del autor: para facilitar la lectura, e ir desde el principio hasta lo último publicado, a la derecha tenéis un enlace en el que podréis leer, releer, subir o bajar con mayor facilidad. Haced clic sobre la imagen justo encima de: "Donde se cuentan las ocurrencias..."
P.D: cuando el tiempo y la "inspiración" me lo permitan iré adelantando entregas. Lo de los martes no ha de ser algo rígido. ¡Gracias a tod@s!

8 comentarios:

Unknown dijo...

ESPERARÉ HASTA EL MARTES PRÓXIMO.
ESTO YA SE VA FORMANDO, CON NUEVOS PERSONAJES, Y NUEVAS PREGUANTASSS
BESOSOSOSOSOS

Alalba dijo...

Acabo de leer dos capitulos seguidos, eso me pasa por ausentarme,me ha dejado pensativa el ultimo capitulo y con ganas de más, queda esperar a la proxima entrega...Estaré sin falta.
Por cierto, que palabras escribia Badián? Ah, ya sé, en el próximo capitulo...

Muaks.

Pluma Roja dijo...

No sé porqué te me habías desaparecido, pero ya te encontré, esperaré al martes amigo. Menos mal no perdí mucha lectura se le agarré el hilo. Un beso. Por acá estaré sin falta el martes.

Un beso nos vemos.

estoy_viva dijo...

Con la prisa que llevo hoy y tu...y lo peor que aqui estoy leyendo todo de un tiron...bueno espero la tercera parte....
Con cariño
mari

ARIADNA dijo...

CADA VEZ MAS Y MAS INTERESANTE LA HISTORIA....... ME ENCANTA....
ESPERO IMPACIENTE.
UN BESO
ARIADNA B.B.

Carmela dijo...

Siempre consigues impresionarme, estoy deseando que llegue el martes que viene.
Muchos besetes!!

Unknown dijo...

Confiemos que el tiempo y la inspiración, no se alargue más allá del martes.

Saludos,

Belkis dijo...

Muy buenos relatos, la verdad es que tienes mucha imaginación que conjugas con la ficción, a veces con el sarcasmo, en fin, que logras mantener la espectación. Un abrazo muy cariñoso