Apoyó la Haotian sobre un seto de ramajes resecos y se introdujo en la iglesia de San Severiano buscando el recogimiento que necesitaba. Tal como imaginó no había un alma en el interior de aquel templo sobrio, moderno, de mármoles rojizos y blancos. Un lugar acogedor. Se sentó en uno de los alargados bancos de madera y comenzó la labor manual de liarse un porro de maría. Verter la hierba desmenuzada en la palma de la mano, hacer un filtro con el cartón de una caja de cerillas, depositar la marihuana sobre el papel de fumar distribuyéndola uniformemente, girar los dedos, lamer el papel, pegarlo y prensarlo adecuadamente, ritual que por sí mismo ya procuraba a Cecilio un agradable sosiego. Su consumo, unido al alcohol ingerido, además de contribuir a esa perseguida relajación, abría rendijas de realidad en su mente, conducía sus ideas por espacios de poco tránsito, sus sentidos veían acrecentar sus cualidades e incluso se mezclaban y confundían alegremente entre sí. Dejó caer la espalda sobre el respaldo del banco y extravió la mirada en el falso techo de la nave divina, una especie de plegado romboidal y abstracto. En el bolsillo derecho de su pantalón ardían con todo detalle los pliegues de un papelito doblado que parecían exhalar un aroma a futuro.
sábado, 18 de enero de 2014
'Un aroma a futuro'
Apoyó la Haotian sobre un seto de ramajes resecos y se introdujo en la iglesia de San Severiano buscando el recogimiento que necesitaba. Tal como imaginó no había un alma en el interior de aquel templo sobrio, moderno, de mármoles rojizos y blancos. Un lugar acogedor. Se sentó en uno de los alargados bancos de madera y comenzó la labor manual de liarse un porro de maría. Verter la hierba desmenuzada en la palma de la mano, hacer un filtro con el cartón de una caja de cerillas, depositar la marihuana sobre el papel de fumar distribuyéndola uniformemente, girar los dedos, lamer el papel, pegarlo y prensarlo adecuadamente, ritual que por sí mismo ya procuraba a Cecilio un agradable sosiego. Su consumo, unido al alcohol ingerido, además de contribuir a esa perseguida relajación, abría rendijas de realidad en su mente, conducía sus ideas por espacios de poco tránsito, sus sentidos veían acrecentar sus cualidades e incluso se mezclaban y confundían alegremente entre sí. Dejó caer la espalda sobre el respaldo del banco y extravió la mirada en el falso techo de la nave divina, una especie de plegado romboidal y abstracto. En el bolsillo derecho de su pantalón ardían con todo detalle los pliegues de un papelito doblado que parecían exhalar un aroma a futuro.
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6 comentarios:
Extracto prometedor de algo interesante, lo he leido como Cecilio en el "liado" con una sensación relajante y sosegada.
Me alegra. Y ya que el extracto promete, tendré que cumplir. En ello ando. ; )
Y que es lo que sucede a continuación?Es un comienzo interesante.
Por cierto soy Pérfida
Un saludo coleguita
Hola Pérfida. Para contestar a tu pregunta: 1º, tendré que acabar la novela y 2º, lograr que la leas. Otro saludo para ti.
Coincido en que es prometedor, porque sabe a más.
Lo de fumarse un porro en una iglesia no lo he probado, pero parece un buen lugar para hacerlo.
Un beso
Yo tampoco lo he probado. Una vez sí que entré, digamos que 'con los deberes' hechos, y para escuchar un concierto de órgano. Recomendable. Besos, Alís
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