martes, 24 de noviembre de 2009

5 - La doctora Bermejo



La doctora se presentó a las once, tal como había anunciado la enfermera. No usaba bata ni atavío alguno que la identificase como tal. Vestía una camisa de tela celeste y unos pantalones vaqueros, muy ceñidas ambas prendas a un cuerpo espigado y resultón. Sobre el bolsillo de la camisa sí llevaba prendida una  pequeña placa identificativa donde podía leerse: Dra. Clara Bermejo Gisbert, Colegiado 3934, Sevilla.
Era una mujer de unos cuarenta años, de una belleza vaporosa y serena que reflejaba una vida ejercitada sin demasiados sobresaltos, una existencia en la que los proyectos se habían ido cumpliendo en los plazos correspondientes, fruto de un carácter esforzado y perseverante.
-Buenos días, señor Parra –saludó, con una sonrisa profesional- veo que se encuentra bastante recuperado, ¿no es así?
-Badián Parra nació en la ciudad de Barcelona el diecinueve de setiembre, día de los santos Jenaro y Próculo... –soltó irremediablemente Badián.
-Vaya, no está mal como información, pero ¿y eso de hablar en tercera persona?
-Tengo problemas de comunicación.
-Ya veo. En fin, Badián, ¿me permites que te tutee, verdad? Correcto. Mira, primero te informaré de las circunstancias de tu llegada al centro. Después veremos cómo están las cosas ahora, y qué podemos hacer, ¿de acuerdo? Me imagino que no recuerdas nada de cómo llegaste hasta aquí ¿no es así?
-Nada –contestó Badián, mirando entre avergonzado y con cierto embeleso a la doctora Bermejo.



Así pudo conocer Badián cómo dos noches atrás, a eso de las once, hora en la que el centro ya se encuentra cerrado al exterior, una de las enfermeras de guardia escuchó fuertes golpes y voces provenientes de la entrada principal de la clínica. Alarmada, avisó rauda a la otra compañera de vigilancia y las dos se dirigieron cautelosas al lugar del que continuaban llegando ruidos, que una vez estuvieron junto a la puerta parecieron desvanecerse de pronto. Laura, la más joven, abrió una pequeña portezuela situada a la altura de los ojos y examinó el exterior. Hay un joven tirado en el césped, comunicó con inquietud a su compañera Águeda. Vamos a ver qué le ocurre, contestó ésta. No sin recelo franquearon la entrada y, al tiempo que Laura se acercaba al joven, Águeda echó una ojeada al descampado que rodeaba el edificio, viendo entonces cómo un coche se alejaba en la oscuridad con las luces apagadas. No sé por qué hacemos esto, cualquier día nos llevamos un disgusto, protestó Águeda acercándose a su compañera.
-Son unos cabrones, unos cabrones, -mascullaba con voz fangosa el joven, al tiempo que intentaba incorporarse, cosa que no consiguió debido al lamentable cuadro etílico que presentaba.
Entre las dos y con gran esfuerzo introdujeron el metro ochenta y los setenta y cinco kilos de embriagada lozanía en el interior y los recostaron en un banco.
-¿Has visto esa cara? -inquirió atónita Laura.
-Vaya monstruosidad -sustantivó Águeda echando el cerrojo a la entrada- Aunque tiene un cuerpo que quita el hipo -concluyó.
-¡Me han robado esos hijos de puta! -clamaba turbiamente el beodo Badián.

Foto: jose rasero


Nota del autor: para facilitar la lectura, e ir desde el principio hasta lo último publicado, a la derecha tenéis un enlace en el que podréis leer, releer, subir o bajar con mayor facilidad. Haced clic sobre la imagen justo encima de: "Donde se cuentan las ocurrencias..."

11 comentarios:

genialsiempre dijo...

Bueno, supongo que es el principio de algo y espero lo sigas publicando.

Te dejo mi blog por si te interesa: www.genialsiempre.blogspot.com

José María

Soledad Arrieta dijo...

Bueno, en un principio me mareaste, pero ya está, busqué las etiquetas Novela y refresqué mi memoria para poder leer esta entrada. Muy bueno José, me gusta mucho como escribís.
Cariños!

Anónimo dijo...

Ese cerrojo cerrado da vuelo a la imaginación para el siguiente capítulo.

Un placer leerte.
Saludos.

ARIADNA dijo...

va muy bien la historia, me gusta como escribes, pero creo que a todos nos pasa tenemos que regresar a la anterior, pero muy bien.
que tengas lindo dia
ariadna b.b.

Pluma Roja dijo...

Yo sigo la lectura desde un principio, para perder el hilo hace falta mala memoria. Para las personas que no lo han leído desde un inicio si es bueno que lo lean. Sigo esperando el final y sigo por acá.

Te invito a que visites mi blog elrincondemiscachivaches.blogspot.com y te invito a que me sigas para que puedas estar al tanto cuando publique para sería un gan honor

Hasta pronto.

Carmela dijo...

El final de esta entrada, como siempre, te deja con ganas de más. Espero que el martes que viene lo podamos seguir leyendo.
Muchos besetes!!

Zayi Hernández dijo...

Jó!!! no me pongas a Badián tan feo... tanto que recalcas el cuerpo es que la cara debe ser muy pero muy fea...no sé, pero el personaje me resulta enigmático...
Besitos.

josé rasero dijo...

Saludos y besos a tod@s! Os recuerdo que , como pongo en la nota debajo de la entrada, os doy un enlace para verlo todo más ordenadito.
Zayi, mi compañera me dice lo mismo: ¡no lo pongas tan feo! jajaja No puedo hacer nada, el personaje nació así!

Agustín Molina dijo...

Pero no es que vos ponés feo a Badián... es que debe ser feo de verdad!!!!
Con esa nariz!!!!
está buena la novela... tendré que calmar la ansiedad

Unknown dijo...

ESTO VA VIENTO EN POPA.
ESPERANDO AL MARTES.
UN BESO.

Belkis dijo...

Esta muy buena la historia. Que pena de las personas débiles que se dejan arrastrar por los vicios. Espero con ansias la continuación. Besitos